La Ruta 140 Madrid

BARAJAS: Aviones, parques y cocina de siempre

El distrito de Barajas es el menos poblado de Madrid, con poco más de 50.000 habitantes y cinco barrios con un desarrollo bastante desigual. El núcleo fundacional, Barajas, fue un municipio independiente hasta mediados de siglo, cuando fue anexionado por Madrid. En torno a su placita porticada, del siglo XVI, y gracias al desarrollo del aeropuerto, fueron creándose diferentes desarrollos urbanos; más modestos los del entorno del casco histórico; más acomodados los del entorno de la Alameda de Osuna. La frondosidad del entorno del arroyo de Rejas atrajo la atención de los IX Duques de Osuna, que levantaron aquí su famosa quinta y el delicioso Jardín de El Capricho. En los últimos años del pasado siglo se ha convertido en un suburbio más acomodado que el barrio de Aeropuerto, que es también el más despoblado en relación con su extensión. 

En lo gastronómico, existe la misma disparidad: La Alameda acapara la oferta más novedosa y fresca, mientras que el núcleo del pueblo fundacional tiene una buena oferta gastronómica, pero más apegada a la tradicional comida española y mediterránea, con nuevas aperturas, eso sí, más ligadas a cocinas foráneas. 

CARABANCHEL: Rock and Roll y cocina de siempre

Noctámbulo, multicultural y muy ligado a la cultura contemporánea de la ciudad, el distrito más populoso de Madrid merece mucha más atención gastronómica de la que recibe en las guías. Predominan los establecimientos de corte tradicional y basados en el recetario popular español, las cervecerías donde se sirven bien las mejores cañas y bravas, los asadores para quedar bien con cualquier tipo de público, los mesones tradicionales de raciones generosas y algunas vinotecas que complacerán a los aficionados. Como distrito joven y multicultural, incorpora propuestas inspiradas en cocinas de otras latitudes, así que aquellos que busquen buenos ceviches, pollos a la brasa, sopas y parrilladas hondureñas o guatitas ecuatorianas, los podrán degustar con garantía de autenticidad.

CHAMARTÍN: el preferido de empresarios y futbolistas

No hay consenso en el origen del nombre de esta zona elegante y residencial. Hay quien piensa que se debe a una fonda que allí se situaba y que era regentada por un francés llamado Martín (Chez Martin). Municipio independiente hasta mediados del pasado siglo (Chamartín de la Rosa), los barrios de El Viso e Hispanoamérica son dos de los más exclusivos de la capital, y su oferta culinaria acompaña a sus elegantes avenidas principales. Chamartín es el distrito de las mesas del poder, de elegantes asadores y restaurantes consagrados al producto más exclusivo, donde alternan empresarios, financieros y futbolistas. Pero también abundan en sus calles gastrobares con ambiente y con una oferta desenfadada, como la del emergente barrio de Prosperidad, concebida para un público joven que busca sitios frescos, pero con cierto refinamiento.

CHAMBERÍ: casticismo elegante y sibarita

Chamberí es uno de los reductos del casticismo matritense, y no solo porque ha inspirado infinidad de zarzuelas y coplillas populares. Aunque hoy en día es, fundamentalmente, un distrito con alto poder adquisitivo, ha sabido mantener su esencia tradicional, que se remonta a los orígenes industriales del barrio, donde en el siglo XIX había varias fábricas. En lo gastronómico domina la calle Ponzano, auténtico reguero de establecimientos en el que nuevas aperturas, reputados restaurantes y tascas con solera congregan a multitudes casi a diario. Pero el Chamberí hostelero encierra mucho más: bares de siempre que conviven con aquellos restaurantes que muestran las últimas tendencias gastronómicas y en los que reservar no es tarea fácil; cafés de especialidad; pastelerías emblemáticas y muchas, muchas terrazas.

CIUDAD LINEAL: El distrito que nació de la utopía

A la muerte de Alfonso XII (1885), Madrid había duplicado la extensión ocupada por la capital a principio de siglo. La ciudad necesitaba seguir creciendo al ritmo que lo hacía su población, y para ello se abordaron soluciones urbanísticas en su interior y en la periferia, como es el caso de Arturo Soria. Este constructor ideó la creación de una Ciudad Lineal, con jardines, huertas y línea de tranvía que conectaría la capital con poblaciones aledañas. A lo largo del siglo pasado, el distrito fue creciendo y asimilando las diferentes corrientes migratorias que llegaban a la ciudad; primero, las de las poblaciones rurales de España; más tarde, de Latinoamérica y Magreb. De hecho, aquí se encuentra la mezquita más grande de España, en torno a la que se agolpan excelentes restaurantes árabes.

CENTRO: Castizo, moderno y tabernario

El distrito más de la ciudad, y su corazón, es un reflejo de la heterogeneidad de su carácter. Sus calles, unas señoriales, castizas otras, recogen todo el mestizaje de esta villa que ha acogido a tantas culturas desde tiempos inmemoriales. En lo gastronómico, sus barrios Palacio, Embajadores, Cortes, Justicia, Universidad y Sol también reflejan esa mezcolanza de naciones y regiones que hacen que siempre haya un lugar para todos los gustos. En el centro hunden muy profundo sus raíces las tabernas, cafés y restaurantes centenarios, con icónicas fachadas rojas. Las tascas de siempre, las del vermú y la caña, conviven con sitios de hamburguesas, tamales, tacos, aguachiles y ceviches. El centro de Madrid es un Madrid en miniatura, con opciones para todos.

ARGANZUELA: Refinamiento Postindustrial

Arganzuela presume de un pasado industrial que, con la explosión inmobiliaria de los años ochenta, se fue urbanizando y sofisticando hasta alcanzar la categoría de zona residencial. Ahora, sus grandes valores son la transversalidad de Madrid Río, la reconversión del matadero en centro cultural y la cercanía con el distrito centro: está a solo 20 minutos andando desde la Puerta del Sol. Ello se traduce hoy en amplios cafés que discurren junto al cauce del río, en restaurantes de corte tradicional ubicados en los bajos de edificios amplios y modernos y en bares de toda la vida, que conviven con locales abiertos recientemente, diseñados para responder a las tendencias y necesidades de un público que, cada vez con más frecuencia, se deja caer desde varias zonas del distrito Centro, como La Latina, El Rastro y Lavapiés.

RETIRO: Neotascas y casas de comidas de autor

Antigua finca de recreo de los reyes de la Casa de Austria, los Borbones enriquecieron sus instalaciones, con aportaciones tan emblemáticas como la Casa de Fieras o la Montaña Artificial y, en 1868, tras el destronamiento de Isabel II que trajo consigo la Revolución de 1868, pasó a ser parte del patrimonio municipal y se abrió al disfrute del pueblo de Madrid. En los últimos años, en torno a este pulmón verde y en sus barrios y calles más cercanos, se ha desarrollado una interesante oferta gastronómica, con multitud de casas de comidas de nuevo cuño que rinden culto al vino, así como neotascas y gastrobares con gran éxito de público y crítica. Este es el distrito de los nuevos foodies, que buscan las tendencias, sin renunciar a la tradición y elegancia sin encorsetamientos.

FUENCARRAL-EL PARDO: Verde, amplio y cinegético

El distrito más amplio de la capital es eminentemente forestal, ya que el 90 % de su suelo corresponde a los Montes de El Pardo y otras zonas verdes aledañas a este enorme bosque mediterráneo, que ocupa más de una cuarta parte de todo el municipio. Su riqueza cinegética lo convirtió en el cazadero predilecto de los Austrias y Borbones y, siglos después, tanto en su casco urbano como desperdigados por las dehesas, proliferan los asadores, restaurantes y salones de celebraciones. El otro gran núcleo poblacional que conforma este distrito es el antiguo pueblo de Fuencarral, donde hay muchas fondas y restaurantes populares. En los últimos años, los nuevos desarrollos urbanísticos han traído también nuevos vecinos, familias jóvenes en su mayoría que han permitido que en barrios como Valverde o El Pilar haya una interesante oferta hostelera.

HORTALEZA: Un distrito de muchas gastronomías

Este distrito, uno de los más heterogéneos, comprende los antiguos municipios de Canillas y Hortaleza; este último, hasta los años 70, mantuvo casi intacto su aspecto de campiña, con numerosas huertas y campos de cultivo que surtían, en gran medida, a la ciudad. La fisonomía de la zona cambió sustancialmente a mediados del siglo pasado, al absorber mucha población procedente de las migraciones rurales. El distrito oscila hoy entre los núcleos primigenios, más populares, con otros más residenciales, como La Piovera y Palomas, y otros de reciente urbanización, como Sanchinarro y Valdebebas. Su gastronomía comparte este carácter: en los barrios más acomodados, no faltan espaciosos restaurantes, con un público más señorial o familiar, mientras que los bares informales, con alma de salmuera, menú del día y tirador, reinan en las zonas más ligadas al reciente pasado obrero del distrito.   

LATINA: Fieles parroquianos y menús del día

Muy diferente al céntrico y popular barrio del mismo nombre, el distrito Latina discurre en paralelo a la carretera de Extremadura, que hace de separación con la Casa de Campo, y acoge los barrios de Aluche, Los Cármenes, Puerta del Ángel, Lucero, Campamento, Cuatro Vientos y Las Águilas. Los vecinos de Latina llevan la humildad por bandera y esta se refleja orgullosamente en bares, barras y restaurantes en los que mandan la tradición, la especialidad y el menú del día. Hay también hueco para mesas que responden a la llegada de emigrantes y cocinas foráneas, y que mezclan sin pudor ingredientes de allí con las costumbres más castizas. 

MONCLOA-ARAVACA: Delicioso en todos los sentidos

Amplio, frondoso y eternamente joven, pese a la incorporación de nuevos barrios como Valdezarza y Valdemarín, el distrito de Moncloa‑Aravaca, tercero en superficie de Madrid, alberga Ciudad Universitaria y la Casa de Campo, uno de los entornos naturales más grandes de Europa y en torno a cuyo lago han abierto recientemente algunos de los restaurantes de moda. Las inmediaciones del parque del Oeste están jalonadas de cafeterías con terraza. Por su parte, los estudiantes suelen frecuentar los bares cercanos a los colegios mayores de Moncloa y, como público mayoritario de la zona, han dado lugar a una oferta gastronómica sencilla y económica que se sofistica según se avanza hacia las afueras, hacia los barrios de El Plantío y Aravaca.

MORATALAZ: ‘Las lonjas’ del sabor

Antaño una dehesa recorrida por varios arroyos, por la que durante mucho tiempo transitó el tren de Arganda —del que se decía con jocosidad que “pita más que anda”—, fue una de las zonas que contó con mayor desarrollo inmobiliario en los años 60. De hecho, se le llamaba “el barrio de rechupete” por la alta natalidad que registraba. Desde entonces, fue creciendo hasta desligarse de Vicálvaro y convertirse, en 1987, en distrito propio. Moratalaz es eminentemente residencial y cuenta con una buena oferta de restaurantes y bares. Sin embargo, hay un espacio muy singular que llama la atención por la gran concentración de negocios hosteleros: las lonjas. Estas enormes y siempre animadas explanadas peatonales están entre la calle Marroquina y la avenida de Moratalaz y albergan decenas de terrazas y locales de siempre.

PUENTE DE VALLECAS: Unión vecinal, también en la mesa

Puente de Vallecas nació de la separación de Vallecas en dos grandes áreas en 1987, la de la villa y la del puente. Esta última, que engloba los barrios de Entrevías, San Diego, Palomeras Bajas, Palomeras Sureste, Portazgo y Numancia, conforma un distrito conocido por su compromiso social y su fuerte sentido de pertenencia a la zona. Aquí encontramos un sólido tejido hostelero que hunde sus raíces en la tradición y en ese carácter hospitalario de un barrio que abraza la inmigración desde los tiempos de la posguerra. Así, encontramos restaurantes y bares de cocina española clásica de la que no defrauda, bares intergeneracionales y locales dedicados a diferentes cocinas del mundo.

SALAMANCA: Ver y ser vistos

Esta cuadrícula de grandes avenidas se ha convertido en una de las más importantes zonas comerciales de la ciudad, con la Milla de Oro como principal vértebra y símbolo del lujo y el poder adquisitivo de sus vecinos. Ellos son los que, en gran medida, frecuentan los denominados locales `para ver y ser vistos’: esto es, de interiorismo pintón y clientela guapa. Estos escenarios propios de Instagram, que en la mayoría de los casos abren de la mañana a la noche, comparten circunscripción con restaurantes de alta cocina –entre ellos, los principales locales con estrella Michelin de la capital—, con filiales de los principales grupos hosteleros y con multiespacios tematizados que mutan, a altas horas de la noche, en los clubes de moda.

SAN BLAS CANILLEJAS: Gastronomía obrera y de familias jóvenes

Conformado por ocho barrios: Simancas, Hellín, Amposta, Arcos, Rosas, Rejas, El Salvador y Canillejas; este último, uno de los municipios más antiguos de la Comunidad, datado en el siglo XIII, fue anexionado en 1949. El distrito tomó sin embargo su nombre del barrio de San Blas, cuyo origen se encuentra en la construcción oficial, alrededor de 1958, de miles de viviendas sociales para alojamiento obrero, sin apenas infraestructuras ni dotaciones; la población que acogió, procedente del medio rural, se vio un par de décadas después golpeada por el desempleo y la drogadicción, dificultades que se consiguieron superar con un potente movimiento vecinal. Hoy, la gastronomía del distrito responde a esa historia, protagonizada por las miles de familias jóvenes de clase media establecidas en “ensanches” como Las Rosas y por la llegada de numerosos visitantes rojiblancos del estadio Wanda Metropolitano.

TETUÁN: diverso y multicultural

Heterogéneo tanto arquitectónica como culturalmente, el distrito de Tetuán se polariza en los modernos rascacielos del centro financiero de la ciudad y en travesías de casas bajas de estilo rural. Estos escenarios, dispares y a la vez vertebrados por la calle Bravo Murillo, hacen difícil pensar que nos encontramos en Madrid, y por esta razón y con el paso del tiempo, la zona se ha convertido en un gran bazar culinario, con restaurantes tan auténticos que abren las puertas a nuevos y fascinantes sabores para curiosos y gourmets. Entre la numerosa oferta predominan hoy los comedores latinos, que compiten en popularidad con tascas de toda la vida, aquellas que enraízan en el origen rural del distrito.

USERA: El Chinatown de Madrid

Este distrito se creó a raíz de una escisión de Carabanchel y Villaverde y creció a gran velocidad en los años 60, época de las masivas migraciones rurales. En los años 70 del pasado siglo, apenas vivían más de mil chinos en toda España. La cifra empezó a ascender en los 90 y hoy, solo en Madrid capital, hay más de 38.000 ciudadanos de nacionalidad china, de los cuales, más de 10.000 viven en Usera. Así es como al otro lado del Manzanares abundan restaurantes y bares cuya oferta culinaria es tan rica y variada como la propia gastronomía china. Hay locales especialistas en la ardiente cocina de Sichuan y otros que bordan la cocina de Shanghái, dulzona y adictiva. En Usera, el desfile de mariscos, de sopas singulares, de los muy demandados dim sums y de preparaciones con casquería, muy típica en el gigante asiático y no tan exclusiva de la cocina madrileña, es cosa del día a día.

VICÁLVARO: Una red de hostelería creciente y popular

Situado al sureste de Madrid, se divide en cuatro barrios Valdebernardo, Valderrivas, El Cañaveral y Casco Histórico de Vicálvaro que solo suman el 2 % de la población total de la ciudad. Sin embargo, Vicálvaro reivindica su propia y larga historia: presume de albergar la mayor necrópolis visigoda encontrada en España, con más de 900 sepulturas; hoy, el principal yacimiento del mineral sepiolita que se explota en el mundo está aquí, a los pies del cerro de Almodóvar. Tenaces, trabajadores y luchadores, sus vecinos muestran un interés común por defender la justicia y la inclusión social, la sostenibilidad ambiental y la mejora de los espacios comunes. Tabernas, fondas, mesones, bares de viejo y nuevo cuño, restaurantes que practican una tímida fusión, cervecerías, cafeterías y locales consagrados a la mejor prima que brinda la Comunidad, tejen una red de interesantes negocios de hostelería.

VILLA DE VALLECAS: Entre la tradición y la nueva vida familiar

En los años 50, la gran expansión madrileña tuvo como consecuencia que ciertos municipios colindantes se anexionaran y pasaran a ser barrios, eso sí, con la condición de no perder su esencia. Tal es el caso de Vallecas, una ciudad en sí misma que se escindió en dos territorios: Puente de Vallecas y Villa de Vallecas. En ambos, el sentimiento de pertenencia de sus vecinos es total y similar, así como el gusto por conservar las tradiciones, también en lo gastronómico. Restaurantes tradicionales, asadores y bares de toda la vida imperan en el casco histórico y en el barrio de Santa Eugenia, mientras que la apacible vida familiar del ensanche ha dado lugar a los gastrobares, cafeterías de diseño y sedes de grandes cadenas que flanquean las amplias avenidas que vertebran la zona.

VILLAVERDE: Humilde y tradicional

Fue el último municipio en formar parte de Madrid, en 1954, pero Villaverde sigue orgulloso de su pasado ferroviario e industrial y no ha perdido su identidad fuerte y autónoma, que ha dado lugar a una de las mayores redes de tejido asociativo de Madrid. Sus cinco grandes barrios —Villaverde Alto, Butarque, Ciudad de los Ángeles, Los Rosales y San Cristóbal— dan forma al sur del sur de la ciudad, donde las numerosas asociaciones vecinales, culturales y deportivas —no en balde, Villaverde ha hecho posible hitos como el primer partido de fútbol femenino jugado en España— comparten espacio con bares de tapas, restaurantes de corte tradicional, asadores, locales de street food y comedores dedicados a las cocinas del mundo, testigo del gran mestizaje multicultural que hoy exhibe el distrito.