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Tras haber formado parte de la dieta de los humanos primitivos y de la de diversas civilizaciones posteriores, como los romanos, los celtas o los vikingos, las algas fueron cayendo en desuso a lo largo de los siglos, limitándose el ámbito de su consumo a ciertas zonas de Asia.
Los japoneses son, de hecho, los reyes en el consumo de este superalimento, considerado como tal por la cantidad de nutrientes que contiene. Y es que, para que os hagáis una idea, pueden llegar a poseer, por ejemplo, hasta 5 veces más calcio que la leche. Lo mismo ocurre con la concentración de otros minerales, presentes en abundancia en el suelo marino y en el agua salada.
Aunque también se consume alguna variedad de agua dulce. la aplicación de las algas a la gastronomía se reduce casi totalmente a aquellas procedentes del mar. Las de agua dulce suelen encontrarse en polvo y emplearse en la realización de smoothies o batidos o, simplemente, consumirse en cápsulas como complemento alimenticio. Hoy, en cambio, nos centraremos en las propiedades beneficiosas de las principales algas marinas y en su creciente aportación a la gastronomía contemporánea.
Como apuntábamos anteriormente, un rasgo común en las algas marinas es la gran concentración de nutrientes que contienen. Aparte de la mencionada presencia del calcio, suelen presentar altas cantidades de hierro y de yodo, así como de otros minerales como zinc, magnesio, cobre y potasio.
En cuanto a las vitaminas, las más comunes en su composición son las del tipo A, B, C, D, E y K, a lo que hay que añadir un volumen considerable de enzimas saludables, de proteínas y de ácidos grasos Omega 3. Además, los hidratos de carbono que aportan son similares a los de los alimentos integrales.
Pese a que existen decenas de tipos de algas aptas para el consumo humano, hoy hablaremos de las más utilizadas y de las mejores maneras de consumirlas depediendo de sus características culinarias.
Una de las más comunes es el alga dulse, cuyo consumo está documentado desde el siglo XII en la actual Islandia. Se encuentra en grandes cantidades en el Atlántico Norte (aunque crece en casi todo el Hemisferio Norte) y las maneras más usuales de prepararla son como añadido en sopas y como base para ensaladas, aunque también encaja a la perfección hervida, en salsas, incorporada a pastas y arroces o, incluso, como novedoso relleno de una tortilla.
Foto de alga dulse – merlochicago.com
Entre las más conocidas en nuestro país se encuentra el espagueti de mar, recolectado en grandes cantidades desde nuestra costa atlántica hasta el sur de Escandinavia, aunque se puede encontrar de la misma manera en el Mar del Norte y en el Báltico. Se puede tomar en ensaladas, hervida, frita, como añadido en la pasta y el arroz o como guarnición de un pescado. En cambio, existe una manera menos frecuente de emplearla que da mucho juego y aporta un toque de lo más original a determinadas elaboraciones. Nos referimos a añadirla en polvo, por ejemplo, a una masa de pan o a un rebozado, a cualquiera de los cuales, además de sabor, les aportará un toque de sazón.
Espagueti de Mar – macrobiotica.ning.com
Y de dos tipos de alga con orígenes europeos, pasamos a hablar de las tres algas japonesas por excelencia. Una de ellas es la nori, cuyo uso más universal es el de envolver los makis y el sushi, pero también funciona a la perfección en sopas, guisos, salteada o en ensalada.
Alga Nori – eldiariodelanena.com
Las otras dos algas estrella de la gastronomía japonesa son parecidas entre sí y se emplean, por tanto, en preparaciones similares. El alga kombu, por su parte, es ingrediente imperdonable en el tradicional dashi japonés, si bien se añade en ocasiones a guisos y ensaladas, y tiene la peculiaridad de facilitar la digestión de las legumbres.
Kombu – sigmabiotech.es
Por otro lado, el alga wakame, que admite prácticamente las mismas técnicas culinarias que el kombu, es conocida por ayudar a combatir distintos problemas de salud como la hipertensión y el déficit hormonal.
Wakame – farmaciatorrent.com
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